Es domingo a mediodía y Riofrío es un hervidero de gente. Miles de personas dan vida a esta pedanía de poco más de 350 vecinos. Vienen de diferentes puntos de la geografía andaluza, sobre todo de Málaga, dispuestas a disfrutar de la oferta natural y gastronómica que esta pequeña y acogedora localidad ofrece. Primero, un paseo por la orilla del río Frío, donde los más pequeños alimentan a las truchas y patos con migajas de pan. Después, un suculento almuerzo donde degustar este pescado tan característico de la zona cocinado de mil y una maneras en alguno de los diez restaurantes que hay para elegir. De postre, un café con un rosco de Loja. Además, los amantes de la naturaleza tienen a su alcance el rico entorno natural del río, donde pueden pescar o transitar por rutas senderistas paralelas al cauce.
Riofrío se presenta, pues, como un poderoso enclave turístico en la parte occidental de la comarca lojeña. De su actividad se benefician los vecinos, trabajando en los restaurantes y hoteles de la zona o bien en las piscifactorías. Tienen la suerte de vivir en un auténtico paraíso con una calidad de vida inmejorable. “Aquí tenemos mucha tranquilidad, en medio de la naturaleza y con la autovía a un paso”, afirma orgulloso el alcalde su pedáneo, Alejandro Aguilera.
Los riofrieños también tienen como vecinos a gran cantidad de patos salvajes que viven en el entorno del río. Estas aves se han hecho parte inherente del paisaje y son un aliciente para las familias que se acercan a pasar el día en Riofrío. Una de las diversiones es echar de comer a los ánades, que llegan a comer en las manos de los niños. “Nunca había visto que un pato silvestre llegara a ese extremo, pero como dicen popularmente, “el hambre es muy mala””, comenta entre risas el representante de los vecinos.
“RUTA DE LOS MOLINOS”
Aguilera, como comentan sus propios convecinos, es quizás uno de los pedáneos más reivindicativos. Considera que aún se podrían hacer más cosas para sacar partido a los recursos que ofrece Riofrío. “Tenemos que intentar que el visitante no sólo venga a comer, sino que después disfrute del entorno dando un paseo por la zona o transitando por las rutas senderistas”, explica. En este sentido, Alejandro Aguilera subraya los avances conseguidos para recuperar la conocida como “Ruta de Los Molinos”.
En las inmediaciones del cauce del rio Frío, y sirviéndose del mismo para funcionar en el pasado, se alzan hasta cinco edificios históricos del siglo XVII. Todos se encuentran en ruina, pero forman parte de un pasado industrial que merece ser conservado y puesto en valor. “Debemos intentar que no se pierdan del todo. No se trata de reconstruir, porque sería una cantidad de dinero impensable, pero al menos que lo hay no se siga perdiendo”, considera Aguilera.
Precisamente, con ese objetivo la Fundación al-Jatib de Estudios y Cooperación entregó recientemente una beca de 4.000 euros a un investigador local para que catalogue estos ingenios hidráulicos, unos grandes desconocidos para la propia población lojeña. Después habrá que acondicionarlos mediante un acuerdo con sus propietarios. La mayoría de ellos, como el de La Maquinilla, eran molinos de harina. Situado en las inmediaciones del nacimiento del río, fue el último en clausurarse, en el año 1959. El Martinete, sin embargo, se dedicaba a cortar piedra. Dejó de funcionar a los dos años de abrirse por un accidente que acabó con la vida de uno de sus trabajadores.
A la izquierda del cauce aguas arriba, un sendero se adentra entre los restos de los antiguos molinos. Es un paseo de aproximadamente cuatrocientos metros que discurre entre una densa vegetación de ribera que en algunos puntos forma verdaderos túneles de ramas de sauces, higueras y zarzales.
RIO FRÍO, FUENTE DE RIQUEZA
De las entrañas de la tierra surge el rio Frío, que vierte sus aguas en el arroyo Salado para después desembocar en el Genil. El acuífero, en época de abundantes precipitaciones, deja escapar más de un millar de litros por segundo. Es un ecosistema único donde las corrientes subterráneas mantienen las aguas a temperaturas constantes, 14 grados en cualquier época del año, que le convierten en un paraíso para aves, anfibios, mamíferos, truchas y esturiones.
El equilibrio en la temperatura del agua es la clave para la existencia de una de las piscifactorías más importantes de Europa en la que, además de la cría de truchas y esturiones, se produce el único caviar ecológico del mundo. Este producto de lujo se elabora a partir de las huevas del esturión, un pez que se cría de forma ecológica, sin antibióticos en la alimentación y sin conservantes a la hora de su preparación.
En Riofrío también se encuentra el coto intensivo de pesca más antiguo de Andalucía. Con un frondoso paisaje y un caudal de agua estable durante todo el año, se convierte en el escenario ideal para los amantes a la pesca en las modalidades deportivas de lance ligero y de cola de rata. Tiene un total de 2.200 metros repartidos entre los 500 metros que aporta el río Frío y los 1.700 metros del río Salado.
FIESTAS MUY CONCURRIDAS
En torno al río también se realizan gran parte de las actividades de las fiestas populares de la pedanía, que vecinos y visitantes celebran en torno al primer fin de semana de julio. Cientos de personas de Loja y de otras localidades de las provincias de Granada, Córdoba o Málaga se reúnen para disfrutar de una tradición tan andaluza como la “mendingá”, que este año cumplirá 39 ediciones. Se trata de un almuerzo colectivo con platos andaluces, como porra, gazpacho o patatas, en el que se involucran tanto la asociación de vecinos San Isidro como la de mujeres la Misericordia. “Cada año este almuerzo va a más y nos visita una cantidad tremenda de personas”, explica Alejandro Aguilera.
Ellas, las mujeres de la Misericordia, además de encargarse de hacer las compras y cocinar los platos, elaboran y reparten los churros con chocolate que se sirven también durante la mañana. El colectivo está formado por alrededor de 60 mujeres de la pedanía, que trabajan incansablemente durante todo el año fundamentalmente para realizar actividades con las que ayudar a colectivos de la ciudad. “Todos los años durante el puente de la Inmaculada organizan un rastrillo solidario donde venden dulces caseros, jabones o manualidades. La recaudación va para quien lo necesite”, recalca del pedáneo.
REIVINDICACIÓN HISTÓRICA
Una de las demandas históricas de los riofrieños es la construcción de un edificio de usos múltiples donde puedan realizar actividades y reunirse. Aguilera denuncia que la pedanía es la única de Loja, junto a Santa Bárbara, que no cuenta con una infraestructura de este tipo, que llevan reclamando más de 30 años. “Utilizamos el edificio de Villa Carmen, pero no tiene espacio suficiente para todos los vecinos”, explica.
La Diputación de Granada concedió hace unos dos años una partida de 80.000 euros para la construcción del edificio. La propuesta municipal era ubicarlo en la cuesta Ayozares, a un kilómetro del casco urbano de la pedanía, algo a lo que se opusieron los vecinos por su lejanía. Ahora, consistorio y vecinos trabajan para buscar el lugar más idóneo. “Proponemos que se haga en la placeta donde está instalado el zoco. Ocupa parte de la vía pecuaria, pero por los alrededores está edificado y además no se va a cortar sino sólo coger un trozo quedando una espacio grande”, argumenta Aguilera. A la espera de la contestación de la Junta de Andalucía, los riofrieños aún esperan un edificio que lleva prometido más de tres décadas.