Loja celebraba el día del Corpus Christi el pasado domingo 18 de junio. A las 10 horas comienza la Eucaristía en la Iglesia de Santa María de la Encarnación. Seguidamente, con bastante puntualidad sobre el horario previsto puesto que la mañana apuntaba que sería muy calurosa, tuvo lugar la salida procesional del Santísimo Sacramento del Altar por el centro histórico de Loja, acompañado por los niños que este año han recibido su primera comunión. Las calles, además, estaban adornadas para la ocasión.
Como es costumbre, se montaron varios altares por el recorrido por donde transcurrió la procesión sacramental. Las hermandades que montaron su altar fueron la de la Santa Vera Cruz, Jesús Preso y Nuestra Señora de los Dolores y la Venerable Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y San Juan Evangelista en la fachada de la Asociación Casino de Loja, en la Carrera de San Agustín. También se montaba otro altar por parte de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Orando en el Huerto y Nuestra Señora de la Esperanza y hubo un tercero, en este caso particular, en la plaza de Joaquín Costa, concretamente en la baranda del antiguo bar Anastasio.
Este año la procesión del Corpus Christi estaba organizada por la Hermandad del Santísimo Cristo de la Salud y San Juan de la Palma, y estuvo acompañada musicalmente por los acordes de la Asociación Banda de Música de Loja.
Sin duda, las altas temperaturas registradas esa mañana deslució un poco el desfile, pues la afluencia de público fue menor que en otros años con un termómetro más benevolente. Fue así como los jóvenes que portaban el trono de la Sagrada Eucaristía tuvieron que detener el recorrido para aliviar un poco el sofocante calor que sufrían debajo.
La procesión estuvo acompañad en todo momento por buena parte de la Corporación Municipal, tanto del grupo Popular como del Socialista, presidida por el alcalde Joaquín Camacho.
Mamás y papás se situaban durante el recorrido a la vera de sus hijos que lucían sus trajes de comunión sobre las juncias que tapizaban las calles por donde discurrió el desfile. Unas verdes hojas que posibilitaron la vieja costumbre de confeccionar las “porras” de trenzado vegetal que tanto gustan a los más pequeños. Una actividad encomendada, fundamentalmente, a los abuelos, percibiéndose un menor número de estas típicas “porras” por el desconocimiento de las generaciones más jóvenes.