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jueves, 26 de diciembre de 2024

El pantano de Iznájar apenas nota las lluvias de la última semana

El embalse más grande de Andalucía está a su 27% de capacidad, el nivel más bajo de la última década

Las lluvias caídas esta última semana de 2017 gracias a la borrasca Bruno apenas han contribuido a mejorar la preocupante situación que padece el pantano de Iznájar, que baña tierras lojeñas por Ventorros de Balerma. Según datos de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), a 29 de diciembre, el embalse más grande de Andalucía almacenaba 264 hectómetros cúbicos, el 26,92 por ciento de su capacidad. Si a inicio de la semana, el 25 de diciembre, esta cifra era del 261 hm3, las últimas lluvias sólo han aportado 3 hectómetros más, una cantidad casi imperceptible para una infraestructura de estas características. La jornada que más aportó al pantano fue el 28 de diciembre, con 1,24 hectómetros más, seguida del día 29, con 0,83. 

Estas preocupantes cifras indican que el pantano de Iznájar continúa secándose a pasos agigantados. El nivel de agua que embalsa en la actualidad es el más bajo de la última década. Los datos de la CHG señalan que el pantano se encuentra a prácticamente un cuarto de su capacidad. Desde finales de julio hasta ahora ha perdido casi 10 puntos (37,31 por ciento de entonces por el 26,92 de la actualidad). 

Si los datos de esta última semana de 2017 se comparan con los registrados la misma semana del año pasado, la situación es más que llamativa. Está a casi 20 puntos menos de capacidad, ya que en 2016 por esta época el agua estaba a un poco más de la mitad (un 45,16% exactamente). La media de los diez últimos años, por estas fechas, se sitúa en un 59,04%. Ahora el embalse está a casi 33 puntos menos. 

A nivel provincial, diciembre se despide con los embalses en un estado ligeramente mejor que a comienzos de mes. Las infraestructuras de la provincia gestionadas por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir se encuentran en estos días al mismo nivel que después del verano, al 31,05% de su capacidad. No es un porcentaje que invite a olvidar la sombra de la sequía, pero, al menos, el dato supone un cambio de tendencia con respecto a lo recorrido hasta ahora de año hidrológico.

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