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miércoles, 15 de enero de 2025

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Bonachera - Roscos de Loja

Carmen Sola: “Tengo todo el derecho a saber cómo murió mi marido”

La viuda del lojeño José Padilla denuncia en esta entrevista la falta de información sobre su fallecimiento por COVID-19

Las víctimas de la pandemia del COVID-19 no son números, son miles de familias rotas por el dolor. Son historias agónicas de una tragedia inimaginable que vive el país. En el caso de Loja se ha sufrido la pérdida de seis vecinos, y entre ellos, la del reconocido cocinero, José Padilla. Amigo de sus amigos y gran profesional, falleció el pasado 25 de marzo por el contagio por coronavirus tras una operación quirúrgica de trasplante de riñón en el Hospital Universitario Virgen de las Nieves. 

Su viuda Carmen Sola, a la que le unían 34 años felices de matrimonio, cuenta a El Corto de Loja y Onda Loja Radio como vivió esta trágica situación para una familia que, a día de hoy, sólo quiere saber las causas de su fallecimiento y recuperar parte de sus pertenencias.

-Pregunta: Imagino que son momentos muy difíciles lo vividos ante una situación que se puede considerar inexplicable.

-Respuesta: Esta situación no hay por donde cogerla y, a parte, en las circunstancias en las que yo me encontraba, ingresada en otro hospital por COVID-19, que me impedía moverme para aclarar el tema. Aún no me lo explico cómo pudo suceder.

-P: Y, exactamente, ¿cómo sucedió todo?

-R: Mi marido estaba pendiente de un trasplante de riñón, lo llamaron inesperadamente, porque no nos imaginábamos que lo fueran a llamar. Bueno, él iba de suplente, pero se ve que el primer paciente no era acto y se lo trasplantaron a José el pasado nueve de marzo. Todo iba perfecto hasta el día dieciséis que es cuando me comunican que tiene coronavirus. El día diecinueve hablé con él por su santo y, a mediodía, me informan que lo van a bajar a la Unidad de Cuidados Intensivos para controlarlo mejor. Unas horas más tarde, vuelvo a recibir una llamada para decirme que se encontraba muy grave, que lo habían intubado y sedado. A partir de ahí, todos los días sobre las dos, la doctora me daba un parte -no de mucho ánimo-, porque incidía en que no reaccionaba y estaba fastidiado. Y, el veinticinco de marzo, a media mañana fue cuando recibo la fatídica comunicación de su fallecimiento. 

-P: ¿Qué sintió en ese momento?

-R: Sentí una impotencia muy grande, porque ni se pudo reconocer el cadáver, ni se pudo estar a la hora de la incineración. Ni nada, de nada. Nadie lo vio. Yo, la última vez que estuve con él fue el día diez, porque comenzaron los contagios y se restringieron las visitas. Mi hijo fue el último que lo vio con vida el dieciséis de marzo. 

-P: Pero, tras el drama por la pérdida de su esposo, la situación no se queda ahí y se complica aún más porque recibe otra llamada inesperada.   

-R: ¡Así es! El día veintisiete de marzo recibo una llamada por la mañana del hospital para comunicarme que José está reaccionando a la medicación. Yo le dije que dos días antes me habían comunicado el fallecimiento de mi marido. Que si había algún otro José Padilla en el hospital, me colgaron el teléfono y nunca supe más. 

Esta llamada me generó una incertidumbre muy grande, porque si no lo has visto, sólo tienes unas cenizas, y ahora te dicen que está vivo. ¿Qué piensas? Piensas que está con vida. Yo decía, a lo mejor se han equivocado y está bien y, como tiene su móvil, cuando responda a la medicación, me llamará cuando salga de la UCI, porque yo aún me encontraba hospitalizada. Pero los días fueron pasando y como no me llamó, pienso que sí, que está muerto. 

P: Sin ninguna explicación oficial sobre lo ocurrido y, encima, ¿le faltan parte de sus pertenencias personales?  

R: Sí. Hasta el día de hoy, mi coraje es que no me han dado los informes médicos que he solicitado para saber de qué murió muy marido. No sé porqué se están demorando tanto. Yo ya no sé si me están ocultando algo o es que pienso muy mal. ¡No lo sé!

En cuanto sus pertenencias, el veintidós de abril fui a recogerlas, las miré por encima y no me paré a mirar objeto por objeto. Pude observar que estaba su aparato de respiración, su monedero con su documentación y su ropa y, más tarde, me di cuenta que no estaba su reloj, sus gafas de sol y un décimo de lotería del día del padre que le regaló mi hijo con una dedicatoria. 

P: Y con este panorama tan confuso, ¿qué pasos va a seguir para conocer la verdad?

E: Yo sigo insistiendo en conseguir la información médica. Si esta semana veo que no llega, me presentaré en persona en el hospital y si no lo pondré en manos de un abogado. ¡Esto no se va a quedar así! Yo quiero los informes, porque estoy en todo el derecho a saber cómo murió. A mí no me han dicho nada y en el certificado de defunción sólo te pone la fecha de su fallecimiento  y su nombre. Nada de las causas.  

Quiero esta documentación para saber si tengo que poner medidas o no, porque puede que haya habido negligencias médicas. Es que tú hables con él y está bien y, de buenas a primeras, te llamen que está muy grave, no lo comprendo. 

P: Por último, ¿con qué apoyo cuenta para vivir este duelo que tanto necesita para superar esta difícil situación?

R: Gracias a Dios, tengo el apoyo de muchos familiares y amigos y está mi hijo que es mi gran apoyo. También cuento con ayuda psicológica y así lo voy superando día a día. Si me hubiera despedido de él, como un duelo normal, pero así, parece que no ha muerto. Como no le has dicho adiós, no te lo crees todavía. 

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