Si Rafael Pérez del Álamo tuviera que hacer una revolución con el personal viene participando en las más recientes ediciones de la Ruta Revolucionaria que lleva su nombre habría tirado la toalla hace unos años. Pero como para hacer revoluciones siempre hay tiempo y de lo que se trata ahora es de revivir desde un enfoque lúdico los hechos que sucedieron hace más de siglo y medio consideramos que la participación en la quinta edición de la ruta, la que tuvo lugar los días 27 y 28 de junio, ha sido la que tenía que ser, ni uno más, ni uno menos.
Salvado el imprevisto de la suspensión esa misma semana del servicio de tarde de autobuses regulares entre Loja y Ventorros de Balerma el grupo, integrado por siete senderistas tomó la salida desde esta última población en torno a las siete y media de la tarde. El camino, sin grandes desniveles, ancho, atravesando zonas de campiña en la primera mitad y de bosque en la zona central, todo bajo la luz del atardecer veraniego, permitía que el grupo avanzara con un buen paso en tanto que se producían hechos o se llegaba a lugares que reclamaban su atención. El avistamiento de aguiluchos cenizos, de anfibios o alguna otra especie animal se fue sucediendo a lo largo del camino. También se tuvo oportunidad de conocer las explotaciones mineras abandonadas hace ya más de medio siglo, presentes en la zona. Así fue sucediendo la primera jornada de marcha que finalizó en Cuesta de la Palma.
Tras una noche calurosa, la segunda jornada se inició a las ocho de la mañana del sábado. Siguiendo el valle del arroyo Viñuela, esta vez cobijados por un bosque mediterráneo que sobrevive en zonas abruptas y con el sonido del agua acompañándonos hasta llegar a la Venta de Santa Bárbara, el camino discurre por una zona de gran interés medioambiental puesto que es una de las pocas extensiones de bosque mediterráneo que tiene cierta extensión superficial y tiene continuidad con otras zonas cercanas. Predispuestos por ello a recorrer este trayecto, la atención de los senderistas no dejaba de estar ocupada bien en los paisajes que iban apareciendo, bien en algún zorro huidizo, alguna rapaz en vuelo o algún que otro reptil calentándose al sol. Como contrapunto a esta jornada de calor intenso, la visita al paraje de las Chorreras sigue sorprendiendo a propios y extraños por encontrase en medio de la “nada” y por mostrarse como un sistema dinámico, que cambia constantemente y ofrece muy variados aspectos a lo largo del año.
Pasada la Venta de Santa Bárbara, el panorama cambia por completo apareciendo la vega como gran dominadora del paisaje que nos conduce a Loja, si bien los ánimos son bien diferentes a los de aquel 29 de junio de 1861, cuando Rafael Pérez del Álamo ocupó la ciudad durante cuatro días.
