Todo el mundo sabe la trascendencia que, desde el punto de vista creativo, marcó el Renacimiento. Loja sabe de ese renacer a través de sus edificios, ya sean religiosos o civiles. Y el pasado fin de semana, uno de los impresionantes testimonios del siglo XVI, el Pósito, fue escenario ideal para el movimiento musical heterodoxo, multidisciplinar y envolvente que significaron las dos jornadas de Mi Living Room bajo la marca Estio Festival Verano del Área de Cultura.
Con un inicio un poco apagado en cuanto a público, dada la hora y las altas temperaturas reinantes el viernes y el sábado, la primera cita, con los ritmos remezclados de Bani (Planetas), y “Lone Sloane” que protagonizaron sendas sesiones de música ,y Carles López con su imponente Reactable cuyas composiciones se apoyaban visualmente en la proyección que se hacía sobre los muros del Pósito de la ejecución de su manipulador. Desde poco después de las ocho de la tarde, este primer encuentro con la música duró hasta pasada la media noche, con una afluencia de público ya en la última sesión más que notable.
El sábado calentaba motores, musicalmente hablando, desde la mañana, mediante la sesión que protagonizó Chico Muñoz y la presentación de su nuevo albúm en solitario de Antonio Arias, cantante de Lagartija Nick, ambos en un lugar tan inusual para este tipo de acontecimientos como el Bar Quintana.
Con estos antecedentes, la fiesta se trasladó al complejo del Mercado Municipal y sus alrededores, donde se ofrecieron catas de jamón y otras viandas en un acopio de fuerzas para enfrentarse a las nueve horas de música que se sucederían, ininterrumpidamente, en el escenario urbano y artístico del Pósito. Todo al aire libre aunque protegidos por una gran carpa instalada en la plaza que tenía la virtualidad de crear nubes de agua pulverizada, para alivio de los asistentes.
Buena actuación, aunque con poco público (comprensible, eran poco más de las cuatro de la tarde) de Lola Roe, que una vez más puso de manifiesto su prodigiosa garganta. Le siguieron los lojeños San Marcos, con una actuación que gustó mucho tanto a sus seguidores como a los ya más que numerosos visitantes de otras latitudes, pendientes de sus temas.
A continuación llegó el fenómeno Beach Beach, con canciones cortas pero muy intensas de cabo a rabo, que animaron mucho al personal y se produjeron los primeros bailes. Justo después se produjo el contrapunto con Gaf y la Estrella de la Muerte, un dúo canario al mando de numerosos sintetizadores y samplers que originaron una creciente catarata de sonidos electrónicos, llegando al final a un paroxismo de acordes y armonías no exentas de disonancias y juegos cromáticos que electrizaban a los ya entregados asistentes a la cita. A renglón seguido y como paso previo para la final, Extraperlo, un grupo contundente, con buenas propuestas y arreglos que también sirvieron para remover a los más inquietos.
Y el final llegó de la mano de los sevillanos Pony Bravo. Un grupo que dejo clara cuál es su merecida posición en el panorama musical español, con unas letras cargadas de ironía y rebeldía, mientras que la música no daba respiro en una ejercicio de tensión armónica lleno de buenos arreglos y melodía.
El público pidio más y los sevillanos no se negaron, con lo que al final pudo oirse su conocido DNI, uno de los temas más activos de sus últimas creaciones.
Como señalábamos anteriormente, un público entregado, fluctuante a lo largo de la extensa sesión, en el que se veían muchas caras extrañas a la familia musical lojeña y que adoleció, en cierta medida, de más lojeños entre la concurrencia.
Balance, pues, muy positivo de dos jornadas que tuvieron también su plus en la “quedada” o programa complementario, que se había organizado en el Bar Quintana el sábado por la noche, en cuyo local se siguió pinchando música hasta la madrugada.