Había que recuperar el tiempo perdido. Es el paso de la vida lo que más celebramos los ciudadanos. Dentro de esto, el Ayuntamiento quiso volver a celebrar las Bodas de Oro de aquellos matrimonios lojeños que tienen la suerte de cumplir 50 años juntos. Tras la pandemia, y sumando los dos años de retraso, dicho homenaje se amplió a 24 parejas casadas desde el 1970 al 1972.
Buscando un sitio más amplio, el acto se ha trasladado del Ayuntamiento al Hotel El Mirador. Con una medida escenografía, como requiere una buena boda, los salones de este espacio hostelero se vistieron de gala para la ocasión. Las parejas acudieron con sus familiares para disfrutar del homenaje.
Con gran trabajo por parte del Área de Bienestar Social y coordinadores del consistorio, todo se inició con una ceremonia civil donde se agasajó a cada matrimonio. Se les hizo entrega de una placa con fotos de su boda y unas tazas creadas con cariño por los usuarios del Centro Ocupacional. No faltó el ramo para la novia y el ramillete para el novio. También se pudo ver un vídeo con las imágenes más representativas de sus enlaces matrimoniales.
Hubo sorpresas. Dos nietas de uno de los matrimonios interpretaron dos composiciones musicales y una de ellas les regaló una lectura ensalzando la importancia del amor durante tantos años. Hubo emoción en cada detalle y muchas fotos para el recuerdo.
La concejala de Bienestar Social, Matilde Ortiz, se ha mostrado convencida de que las administraciones tienen el deber de reconocer la labor de estas parejas por y para la sociedad. “Sois la base de la sociedad, de la familia y de lo que es Loja”, afirma la edil emocionada y con el deseo de que esa unión que ejemplifica la sigan disfrutando muchos años. Para Ortiz el Ayuntamiento cumple con la deuda que se tiene con estos lojeños.
Muy agradecido por su dedicación y sacrificio se ha mostrado el alcalde, Joaquín Camacho. El regidor cree que son ejemplos de la vida, de hechos y no de palabra. También reconoce la labor del equipo de Servicios Sociales y de los coordinadores que han trabajado para que el acto sea lo digno que se merece celebrar todas unas Bodas de Oro.
Tras la foto de familia, los matrimonios despidieron a sus familiares y se sentaron a la mesa para el merecido banquete. Fue una cena variada con entrantes y dos platos. Era el momento de poder recordar los momentos vividos y el día especial de unas bodas muy diferentes a las actuales. Los largos noviazgos vigilados por los suegros, los desayunos a base de mantecados y anís y las Lunas de Miel por España, fueron los hitos más reconocidos.
El acto finalizó con el corte de la tarta el brindis final. Para esto último se volvió a contar con los familiares de los matrimonios. Fue un momento de felicidad y deseo de continuar en la senda iniciada hace más de 50 años. Hubo incluso quien no pudo evitar emular el tradicional baile nupcial para cerrar una noche muy merecida.