Los restos de la ermita del Calvario, destruida durante la Guerra Civil, permanecen como testigos de lo que fue en su día la celda de un peregrino fundador del primitivo templo. Hoy día sólo se conservan los muros de la nave principal y la cabecera y, hasta hace unos años, también era visible su espadaña, que terminó derrumbándose.
Este monumento religioso, el único a recuperar por completo en Loja, ha contado en los últimos años con el apoyo para su restauración de muchas asociaciones y organizaciones lojeñas, como es el caso del Instituto de Estudios Lojeños, que han colaborado para que el edificio no quedara en la ruina absoluta. Pese a todo, su esfuerzo siempre ha resultado en vano. Incluso la idea de convertir el edificio en un Centro de Interpretación Religioso, anunciada en 2007 por el anterior gobierno socialista, también quedó en agua de borrajas.
Sin embargo, otro colectivo lojeño ha mostrado su interés en recuperar la ermita, y no es otro que la hermandad que cada Miércoles Santo realiza su estación de penitencia hasta el templo del monte Hacho, la Real Cofradía de Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas. Su junta de gobierno se ha puesto en contacto en primer lugar con el Arzobispado de Granada, dueño del edificio, quien ha visto con buenos ojos su propuesta. Aunque no ha dicho nada de aportar dinero, sí que está facilitando los trámites burocráticos con la Junta de Andalucía, según explica María José Ropero, hermana mayor de las Tres Caídas. El monumento está en trámite de declaración como Bien de Interés Cultural (BIC) desde el año 1985, por lo que cualquier actuación que se realice debe contar con el beneplácito de la Consejería de Cultura.
Su delegación en Granada ha recibido la propuesta con cautela y exige a la hermandad que presente un proyecto de rehabilitación que tendrá que ser valorado por los técnicos. En cualquier caso, si finalmente se da luz verde al proyecto, esta “puesta en valor” del monumento se haría por fases. “La más inmediata consistiría en techar el edificio para evitar que se siga deteriorando y sea foco de suciedad”, apunta Ropero. Todo el dinero que se invierta saldrá de las arcas de la propia cofradía que buscará, eso sí, la ayuda de los lojeños y alguna subvención del Ayuntamiento de Loja.
A la espera de que la administración autonómica se pronuncie, ya se ha dado un primer paso para la conservación del monumento. Con la correspondiente autorización previa, varios voluntarios de la hermandad se han afanado en la limpieza de los escombros y suciedad que acumulaba la ermita con el paso de los años. Lo hacían con motivo de la procesión extraordinaria del pasado 3 de octubre, en la que la Imagen de Jesús de las Tres Caídas salió desde el interior del templo. A estos trabajos contribuyó el consistorio lojeño aportando una cuba para el depósito de los escombros y haciéndose cargo de la mejora del camino de acceso con compactado de zahorra.
La ermita del Calvario está datada en 1536 cuando un ermitaño solicitó autorización al Cabildo para construirse una celda. El templo disponía de nave principal cubierta con bóveda de medio cañón, capilla mayor y ábside, ambos con cúpula semiesférica. Además, contaba con espadaña y pechinas decoradas, que aún son visibles. Estuvo en servicio hasta 1936, año en que fue quemada por los altercados acaecidos durante la Guerra Civil.
