Fuente Camacho es una pedanía tranquila, humilde y, además, muy cosmopolita. Es el anejo lojeño con mayor proporción de habitantes extranjeros. Acoge a unas 60 personas foráneas, que suponen casi el 13% del total de la población. Sobre todo proceden de Inglaterra, pero también de Rumanía, Irlanda, Dinamarca y hasta de Holanda. De este país es el matrimonio Schut. Adrie y su esposa Trudie se instalaron en Camacho hace ya 11 años, en una vivienda adosada, Casa Cabra, que han decorado con profusión de material agrícola de antaño y que alquilan como alojamiento rural.
Lo de venirse a vivir a este pueblo fue, según cuenta Adrie “una casualidad”. Al principio su destino iba a ser Cádiz, “pero aquí los precios son más razonables y hay menos viento que allí”, comenta jocoso este holandés en un casi perfecto castellano. Su mujer, explica, “nació con un corazón español, siempre decía que un día nos vendríamos a vivir a España, hasta que llegamos aquí en 2005”.
Como ellos, los camacheros europeos recalan en el lugar por el “boca a boca”, por familiares y amigos que se habían instalado en el lugar con anterioridad. Eligen Camacho por su tranquilidad y su situación geográfica: “Es un pueblo poco aislado, a 5 minutos de la autovía y en el corazón de Andalucía”, explica Adrie, al tiempo que subraya la hospitalidad de sus vecinos: “Cuando necesitas ayuda siempre están ahí; el problema es el idioma, porque el camachero es fatal para nosotros”, añade en tono bromista. Ambos, ya jubilados, se involucran en las actividades que se organizan en este núcleo rural y también contribuyen al sustento de su economía, haciendo sus compras en los establecimientos del pueblo.
Adrie echa de menos “hablar sobre nada”: “Aunque tanto yo como Trudie nos defendemos con el español, nos faltan los matices, no tenemos la posibilidad de expresarnos tal y como pensamos en nuestro idioma”, afirma este camachero holandés, quien destaca también el sentido del humor de sus vecinos.