Tras la decepción del Martes Santo, donde se optó por un reducido recorrido alternativo, llegaba un esperado Miércoles Santo a Loja. Tras la suspensión el pasado año, la Real Cofradía de Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas estaba deseosa de salir a la calle. Claros y nubes sobre la Iglesia de la Encarnación, que se rodeaba de mucho público que esperaba con expectación la salida procesional más larga de la Semana Santa de Loja.
El portalón de la antigua colegiata se abrió para ver la plateada Cruz de Guía a la que acompañaba una amplía concordia de tambores propios de la Cofradías. Tras ellos, numerosas hileras de penitentes de capa azul y un nutrido grupo joven con niños y niñas orgullosos de sus primeros pasos cofrades. Con tal cortejo se presentaba la obra de Domingo Sánchez Mesa, siempre esplendorosa, que acompañada del Cirineo estrenaba renovado trono con sus ocho ángeles pasionistas en las esquinas. Precioso exorno floral, siempre uno de los más esperados de estos días.
Mucho público en la Plaza de la Constitución para ver el primer golpe de los Incensarios y acompañar a Jesús hasta su paso por tribuna. De nuevo el trabajo de los horquilleros se observó con el buen hacer junto a los sones de la Banda de Tambores y Cornetas Flor Entre Espinas. Fue el inicio de la subida al Barrio Alto.

La visita a la Virgen de la Esperanza fue el primer hito, o primera caída, del titular del Miércoles Santo. La comitiva evitó el paso por el estrecho túnel y se apresuró en el encuentro con María. También se contó con muchos espectadores que se agolparon en la Ermita de San Roque.
El cortejo se alargó en la bajada al barrio del Puente. Hasta el momento, todo se desarrolló sin incidencias. Fue al pasar el Puente Gran Capitán cuando apareció una leve bruma que llevaba pequeñas gotas de agua. A pesar de ello, la cofradía continuó con su subida la Ermita del Calvario. Allí, con un interior engalanado, se pudo disfrutar de los Incensarios y la llegada de los Tambores Negros.
Fue pasada la medianoche cuando el cortejo se volvió a conformar para bajar por la avenida de San Francisco. Fue justo antes del encuentro con la Virgen de los Dolores cuando la lluvia fue más considerable y se optó por proteger al titular en el interior de la casa hermandad de la Santa Vera Cruz. Allí se permaneció durante más de media hora, donde no paró de llover. Finalmente se decidió iniciar el retorno a la Iglesia de la Encarnación dejando de lado la opción de acudir al Mesón de Arroyo.
La lluvia siguió apareciendo a ratos durante la vuelta, aunque fue mayor en los últimos metros. Con premura se encerró la comitiva con una sensación de pena entre los presentes. El silencio fue protagonista durante las últimas maniobras de los sufridos horquilleros. Un final que no esperaba en el inicio de la jornada y que deja a Loja con la mitad de su Miércoles Santo.
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