El próximo jueves 18 de febrero se cumple el primer centenario de la muerte del poeta y miembro de la Real Academia Española Francisco Jiménez Campaña, nacido en Loja el 23 de mayo de 1850 y muerto en Madrid, el 18 de febrero de 1916.
Con tal motivo, el Ayuntamiento de esta ciudad ha organizado una serie de actos conmemorativos del que fuera orador, literato y académico de la lengua, corriendo a cargo del Cronista Oficial de Loja, José Arenas, la puesta en marcha de una serie de iniciativas tendentes a dar a conocer mejor la vida y obra de este lojeño ilustre.
A tal efecto, en la semana del 8 al 12 de febrero se han impartido tres conferencias por el propio Arenas en los colegios Victoria y Rafal Pérez del Álamo, así como en el instituto Virgen de la Caridad.
Ya en esta semana, el martes 16, a partir de las 20 horas, se ofrecerá en el CIC El Pósito una interesante conferencia, dividida en tres partes, a cargo de Juan Caro García, que versará sobre “El escenario de los hechos en la vida del P. Jiménez Campaña”; una segunda por el Cronista, que se referirá a aspectos biográficos; y la tercera, por el profesor de la Universidad de Málaga, Manuel Galeote López, que ilustrará a los asistentes sobre el “Perfil literario del Padre Jiménez Campaña”.
Y el jueves, día exacto de esta onomástica se le hará una ofrenda floral en la plaza que lleva su nombre, con acompañamiento del Coro Infantil del Conservatorio de Música de Loja, bajo la dirección de Marian Conde Chamorro, y posterior misa concelebrada en su memoria en la iglesia Mayor de la Encarnación.
Posteriormente, en fecha aún no concretada, se editará una antología literaria del autor lojeño.
Biografía del Padre Jiménez Campaña
Según informó Valeriano Rodríguez Sáiz y recoge la página web Loja Histórica, “en 1866, a los dieciséis años, pidió el ingreso en la Orden de las Escuelas Pías, de la que recibió el hábito religioso, e hizo el noviciado durante dos años en el Colegio de San Fernando de Lavapiés de Madrid. En 1868 profesó de votos simples en el de Getafe. En este colegio y en el de Alcalá de Henares realizó los estudios profesionales y sacerdotales. Terminados éstos, fue trasladado a las Escuelas Pías de Archidona (Málaga) como profesor de primeras letras, y allí profesó de votos solemnes el día 6 de agosto de 1871. Luego, en cinco años, pasó del Real Colegio de San Fernando de Madrid, al de Celanova (Orense) y al de Alcalá de Henares, siempre como profesor de Retórica y Lengua española. Hasta que, destinado al de Granada, allí permaneció, ahora de forma bien estable, desde 1875 hasta 1898. Desempeñó las cátedras de Literatura y Geografía, y fue Rector durante tres años. Al dejar Granada volvió a San Fernando como profesor de Lengua española y Preceptiva literaria.
Tanto en sus años de estudio como en los de profesor itinerante, dedicó muchas horas a satisfacer su musa poética y retórica. Su lema literario lo tomó de las palabras de San Agustín: “Ut veritas pateat, ut veritas mulceat, ut veritas moveat”. Para que la verdad brille, seduzca y conmueva. Así podemos disfrutar de abundantes muestras escritas de Oratoria, Lírica, Épica y Dramática, en libros, revistas y periódicos, que él mismo cuidó de coleccionar.
Los tres amores que enardecían su deslumbrante y emotivo discurso eran Dios, la Virgen María, y la Patria. También dedicó numerosos poemas a San José de Calasanz y a Santa Teresa de Jesús. Sobre todo cuando hablaba en Granada, desde el púlpito de la Virgen de las Angustias, arrancaba lágrimas entre el abigarrado auditorio. Esta fluidez en el hablar y escribir hizo que fuera solicitado en toda España para los púlpitos de las grandes basílicas, las Congregaciones, Confraternidades, Academias, Municipios, Gremios, y hasta el Ejército, se apuntaban a escuchar sus panegíricos, actos académicos, veladas públicas, centenarios. Y no sólo en España, sino también es las tierras españolas de Ultramar. Gozaba al mismo tiempo de un espíritu alegre, comunicativo y optimista.
Por tantos méritos literarios fue premiado con el nombramiento de miembro de la Real Academia de la Lengua Castellana.
Una enfermedad de parálisis y demencia senil progresiva le fue privando de sus facultades literarias y vitales durante más dos años, hasta que murió en Madrid el 18 de febrero de 1916.
Como muestra de amor y agradecimiento, la Academia Hispalense de Buenas Letras tuvo una sesión especial en su honor, así como los ayuntamientos de Loja y Granada sendas sesiones, como consta en actas”.