Hace ya unos años, aunque no demasiados, nació una linda y delicada niña entre los abrazos de sus más queridos seres y una inmensa fuente de luz. A poco de que abriera sus ojos expectantes descubrieron que era ella, precisamente, la que irradiaba tanta dicha y fue por eso que la llamaron Luz. Con ella, aunque entonces nadie podía adivinarlo, nació también una historia que estaría llena de vida. Sí, no se trata de una redundancia ni un juego semántico o un divertimento literario, porque ella, ciertamente, viene viviendo su vida plenamente, al contrario de esa inmensa mayoría de personas que sólo pueden o quieren pasar por ella.
Comenzó a tejerse desde aquel tiempo de recuerdos infantiles un universo de colores, tramas, estructuras, sueños, ideas, fantasías, matices, trazos… que propiciaron la eclosión de Luz López como artista, como creadora (sin falsas modestias). De sus manos, de sus ojos, de todos sus sentidos, de todos sus sentimientos fueron apareciendo, en feliz catarata, obras de mil naturalezas, de mil principios, de mil objetivos, de mil prismas, afectos y pasiones.
Pero, sin duda, su mayor obra fue otro ser igualmente brillante, necesariamente generoso y amplio, sin límites ni falsas costuras. Vino en llamarse Fátima y, como toda gran obra, dejó de pertenecerle para ser universal en todo su amplio contexto vital, dueña de sí misma y de sus consecuencias.
Ha querido tal cúmulo de circunstancias que, junto a ellas, y por ellas, fuera gestándose un tercer personaje de esta historia encantadora, precisamente el que ha dado pie a este modo de crónica.
Esa aventura que hoy conocemos como “Flora” es fruto de ese juego entrelazado de vidas jugosas acostumbradas a observar, apreciar, cuidar, respetar, defender y engrandecer lo más sensible y a la vez lo más enorme de cuanto nos rodea: la Naturaleza.
Y es que, hace unos días, se ha presentado el primer libro de Luz López: “Flora”, publicado por la editorial Mr. Momo, un cuento en el que se “enseña amor y respeto por la naturaleza”, en palabras de su autora.
Es imposible cuantificar el tiempo que ha dedicado a su creación, porque, tal como decíamos unas líneas más arriba, su gestación y desarrollo ha ido paralelo a su vida y, sobre todo, a la de su hija, si bien la plasmación de los magníficos y delicados dibujos y las palabras que dan voz a sus delicadas figuras, se han materializado en los últimos meses. El resultado es una obra de 20 páginas en la que se mima cada detalle, que es sutil y delicada, aunque también reivindicativa y luchadora, que ya podemos adquirir en plataformas editoriales y cada vez más librerías, entre ellas las lojeñas Omega, que se encuentra en la Urbanización Pline, y Cervantes en Duque de Valencia.
Resumir en unos pocos párrafos tan feliz acontecimiento no es tarea fácil, por lo que es mejor dejarse llevar por la descripción de la propia Luz del “leitmotiv” y de las circunstancias que rodean ese primer aporte artístico-literario de una carrera que, sin duda, nos va a brindar muchas más ocasiones para el disfrute de nuestro alma y nuestros sentidos.
Dice la artista lojeña que “FLORA se gestó en mi mente al pintar este cuadro que representa a una niña entre flores e insectos, que sangra por la nariz, está triste, sufre por la naturaleza, tan amenazada y expoliada. Esa emoción quedó en mi ser y no surgió de nuevo pictóricamente hasta unos meses después, en el confinamiento”.
Continúa Luz López dibujándonos el ambiente en el que se compuso su propuesta: “como pasé ese tiempo en el campo, en primavera, rodeada de plantas y flores, con una huerta repleta de verduras, me dediqué a dibujar lo que tenía a mi alrededor dándole un sesgo mágico, y volví a recordar a la niña Flora de mi cuadro, que a su vez me evocaba a mi hija, poniéndola en diversas situaciones, dando movimiento a sus pasos y rodeándola de los animales que allí vivían o yo recordaba de otro tiempo”.
Pero las cosas no surgen así porque sí, sino que tienen un trasfondo, un horizonte, un objetivo: “la idea de querer publicar una historia a favor del respeto a la naturaleza y a este planeta me parece muy importante porque los niños, a los que va dirigido este cuento, son el futuro, son el mañana, y si inculcamos en ellos amor hacia todo lo que nos rodea, alegría y agradecimiento de vivir en un medio natural bello y necesario, a formar parte de ello y a comprometernos con el cuidado de nuestro medio; esto es, al fin y al cabo lo más importante que podemos aprender, ya que nos va la vida en ello, ya que este planeta está en nuestras manos, enseñemos a los niños lo más importante: amar, respetar y cuidar la naturaleza que nos da el alimento, la salud y la vida”.
Un decálogo de inmejorables intenciones, una declaración de principios con la que coincidimos totalmente y nos sumamos a ella con su lectura y con el disfrute que nos proporciona su contemplación, pero, sobre todo, con la magia de sus argumentos plásticos y lingüísticos que consigue abrir nuestras fibras más sensibles y convertirnos en copartícipes de su ideario y files escuderos de su verde cruzada.
Y tras esa complejidad va la muy osada y nos dice: “el texto es muy sencillo, para niños a partir de 5 años” como si no fuese ese el reto más difícil de a cuantos pudiera un ser humano aspirar. Locas maravillosas.
La presentación en Loja, tal como ya hemos podido conocer, se producirá en cuanto las circunstancias lo permitan, afirma desde el Área de Cultura del Ayuntamiento su director Juan Alonso Sánchez.