La patrona de Loja no recurrió sus calles como cada 31 de agosto pero no se quedó sola en día tan especial. Un buen número de lojeños, hubo lleno de los asientos alternos disponibles, se acercaron a buscar consuelo en la Caridad. A los pies del altar la Virgen se mostraba rodeada del indiscutible olor a nardos.
La eucaristía, dentro del primer día de novena, se desarrolló justo después de la ofrenda floral a la patrona. Quien lo deseó pudo adquirir su ramo de nardos y ofrecérselo para que, en este año, lo luzca durante sus cultos. Muchas familias aprovecharon para ofrecer dicho obsequio.
Ya con la presencia de varios miembros de la corporación municipal comandados por el alcalde y la representación de la Agrupación de Cofradías y Hermandades de Loja, comenzó la eucaristía. El sacerdote, Juan Carlos Hidalgo, se mostró agradecido por ver llena a Iglesia y pidió las máximas de las precauciones ante la pandemia que sufrimos. La importancia de mantener la esperanza en esta situación dentro de la advocación de la Caridad fue el hilo conductor de su homilía.
Durante el desarrollo de la misma se contó con la participación de la Banda de Música de Loja. Ubicados en el final del pasillo central de la Iglesia, los miembros de la banda interpretaron diferentes marchas procesionales. Estas notas retrotrajeron a los presentes al caminar de la Virgen en la noche del último día de agosto.
Néstor Torres, Hermano Mayor de la Hermandad patronal, tomó la palabra para agradecer el acompañamiento del pueblo de Loja. Torres deseo que el próximo año todo volviera a la normalidad. El canto de la propia plegaria dedicada a la Caridad puso el punto y final a la celebración. Los cohetes, clásicos en el encierro de la Patrona, también aparecieron como culmen de una no feria que nos deja la esperanza en el nuevo año.