No es extraño ver a diario a algún peatón enfadarse con su suerte o, mejor dicho, endiablarse por haber pisado los excrementos de algún animal de compañía abandonados en plena calle. Las campañas ciudadanas para evitar la falta de civismo de los propietarios de perros que no recogen las deposiciones de sus mascotas no parecen hacer mella nada más que en quienes ya son buenos ciudadanos. El resto, es decir, los íncívicos, son impermeables a consejos y ruegos y continúan haciendo dejación de sus obligaciones, aún cuando perjudiquen al bien común.
Pero al igual que existen esos energúmenos insolidarios, existen también otros que sí dan buen ejemplo de educación y buen hacer. Uno de ellos se llama Juan Diego y es de destacar su calidad humana. Desde siempre, al salir a pasear diariamente con su perro, extrema el cuidado para evitar que quede algún resto de las cacas que el animal deposita en la calzada, pero es que, además, de un tiempo para acá, Juan Diego ha ingeniado un dispositivo casero del que se vale en dichos paseos para limpiar los restos de meados de su mascota. Ha adaptado un tetra brick de vino de 5 litros de capacidad, que llena de una mezcla de agua y vinagre, por el grifo del recipiente vierte el líquido sobre el pipí, redondeando así su afán por la higiene.
Otro ciudadano igualmente cuidadoso con los restos de su can es Francis quien, desde hace años, cada vez que lleva de paseo a su mascota transporta una botella con una mezcla de agua y amoniaco, haciendo lo propio para evitar marchas y malos olores en la calzada.
Dos buenos ejemplos de los muchos que, seguramente, realizarán otros vecinos a los que hay que agradecer su urbanismo y conciencia ciudadana.
