Es todo un clásico en la Navidad lojeña. El tradicional Belén de Anita Ávila, que ocupa una gran sala de su museo, está ya preparado para recibir la visita de los lojeños. Su alma máter lleva trabajando en él desde hace más de dos décadas y cada año incorpora nuevos elementos que lo hacen todavía más especial.
Este año el Nacimiento ha vuelto a crecer en superficie. De 100 metros cuadrados ha pasado a unos 130. Y, además, se han incorporado nuevas figuras, sobre todo ovejas, elaboradas artesanalmente por Anita. Consta de más de 30 metros lineales y más de 500 figuras de barro cocido elaboradas artesanalmente.
No falta un solo detalle. Cuenta con diferentes pasajes bíblicos, desde la Anunciación hasta la huida a Egipto, el Belén de Anita Ávila recrea además diferentes ambientes, con las cuatro estaciones, y un buen número de escenas que representan los oficios de la época. No faltan las figuras en movimiento, numerosos árboles y llamativos ríos y cascadas para conseguir la máxima realidad.
Además, gracias a la ampliación que se está ejecutando del museo, con hasta siete nuevas salas que se estrenarán en marzo del año que viene, gran parte de las escenas del Nacimiento “se pueden ver de forma panorámica desde cualquier sitio”, tal y como indica Anita Ávila.
El Belén se puede visitar, dentro del horario de apertura del museo, de lunes a sábado en horario de 11 a 13 horas y tardes de 17 a 19 horas. Ávila invita a los lojeños a disfrutar de su tradicional Belén, sobre todo los más pequeños. Añade que ha contado con la colaboración de Manuel Hernández y de Antonio Pacheco.
Según explica Ávila, este Belén “no se hace en cuatro días”. Recuerda que empezó a hacer las primeras figuras en barro hace más de 40 años, primero sin cocer. Empezó con las ovejas, luego algún pastor, hasta que compró un horno y se atrevió a hacer el resto de piezas.