A principios del pasado siglo XX, Antonio Cárdenas Pérez, natural de Loja, emigró como muchos españoles al otro lado del Atlántico para buscar una vida mejor. Se instaló en la ciudad de Piracicaba, a 160 kilómetros de Sao Paulo, en Brasil. A miles de kilómetros de su Loja natal comenzó a construir una nueva vida. Allí se casó con una mujer natural de Cuevas de Almanzora (Almería), a la que precisamente conoció en el viaje y con la que tuvo ocho hijos. Sin estudios, trabajó en plantaciones agrícolas y se empapó de un nuevo idioma, el portugués, aunque sin llegar nunca a perder su acento lojeño.
Cien años después, un nieto de Antonio Cárdenas hace el camino inverso, de Brasil hasta Loja, en busca de sus raíces lojeñas. Emilio Carlos Salles junto con su mujer Elizabeth Silveira Nunes visitaron Loja hace unas semanas para indagar sobre la familia de su abuelo.
“En 1991 comencé a buscar información sobre el lugar de nacimiento de mi abuelo. Sobre el 2000, seguí la búsqueda en Internet, pero sin frutos. Hasta que al final conseguí el contacto del profesor Rafael Morales Torres, quien consiguió un acta de nacimiento de mi abuelo en los registros civiles”, explica Emilio Carlos.
Ese documento constataba que Antonio Cárdenas Pérez era natural de Loja. Era hijo de Antonio Cárdenas Maroto y de Encarnación Pérez Villodres. Su madre falleció en la ciudad, mientras que su padre emigró junto a él a Brasil.
Tras su investigación, que incluyó una visita al cementerio y varias conversaciones con lojeños, la pareja no pudo encontrar rastro alguno de su abuelo: “En Loja hemos encontrado a varias personas con el apellido Maroto, pero no son de la rama familiar de mi abuelo. También teníamos otros contactos que no hemos podido visitar”, apunta Emilio. Su mujer, Elizabeth, añade que el motivo de su visita era conocer la ciudad. “Queríamos encontrar a familiares en Loja, pero sabíamos que era algo complicado porque ha pasado mucho tiempo, así que nos quedamos con la visita a la ciudad, que nos ha gustado mucho”.
Han tenido la oportunidad de conocer los enclaves patrimoniales y medioambientales más característicos de la ciudad, como la Alcazaba, la iglesia de la Encarnación o “La Cola del Caballo”. También han compartido buenos momentos con muchos lojeños, de los que destacan su personalidad abierta, muy parecida, dicen, a la de los brasileños.
Emilio confiesa ser un oyente fiel de Onda Loja Radio, que puede escuchar en Brasil gracias a la emisión por Internet. “Me gusta mucho, me sirve para seguir entrenando mi español”, afirma.
Antes de visitar Loja, la pareja estuvo en ciudades como Barcelona, Valencia o Cuevas de Almanzora, también para buscar cualquier dato relacionado con su abuela. Después de su estancia en la ciudad, que duró poco más de día y medio, ambos emprendieron su camino para dirigirse a Vélez-Málaga, Málaga, Gibraltar, Cádiz y Sevilla, para después terminar en Madrid donde un avión les llevó a su ciudad de origen.
En su maleta, muchas experiencias positivas vividas en España y, sobre todo, en Loja, donde al menos Emilio Carlos pudo sumergirse en la realidad de la ciudad que vio nacer a su abuelo.