La presencia de la patrona en las calles de Loja siempre marca el final de la feria, e incluso para el lojeño el ocaso del verano. Aunque este año lo fuera igual, no lo fue del todo al no coincidir por primera vez en muchos años con el día del castillo de fuegos artificiales. Sin el espectáculo pirotécnico, la Hermandad de gloria vivió su recorrido con calma, sin premura, repartiendo ‘caridad’ en cada tramo del cortejo.
Tras la Santa Misa, primera Eucaristía de su tradicional novena, la comitiva se tomó su tiempo para comenzar su estación de gloria. La Banda de Tambores y Cornetas Flor Entre Espinar comandó la comitiva, siendo la Banda de Loja el acompañamiento musical del trono. Pasadas las 21:30 horas la histórica Cruz Parroquial de la Iglesia de la Encarnación se mostró en el portalón del templo. Tras ella se colocaron las promesas de vela que daban paso a las representaciones. Como en pasados años se contó con la presencia de miembros de las diferentes Hermandades y Cofradías de Loja, tanto de penitencia como de gloria, que acudían con estandartes y cetros. Cerca de la Virgen, y tras el guión propio de la Hermandad patronal, se ubicaron las mujeres de mantilla blanca, tal y como marca el protocolo.
Con un peculiar y característico olor a nardos, la Virgen de la Caridad comenzó su recorrido gracias al esfuerzo de horquilleros de rigurosa etiqueta. Luciendo el reconocido manto regalo del General Narváez, la Virgen lucía como siempre esplendorosa. Tras el trono se encontraba el consiliario Juan Carlos Hidalgo y el sacerdote lojeño Elías Cordón. En segundo lugar, y como procesión oficial que es, se encontraban los miembros de la corporación municipal con el alcalde de Loja como máximo representante. También acompañó una nutrida representación del Cuerpo de Bomberos del municipio.
Dentro de la dualidad buscada por la Hermandad de recorrer cada año alternativo el Barrio de El Puente y el Barrio Alto, este último fue el escogido en esta ocasión. Durante el trayecto hubo varios hitos que reseñar. El primero de ellos se vivió al inicio de la Carrera de San Agustín donde el grupo joven de la Hermandad realizó una petalada a la Virgen. Ese tramo estuvo también engalanado con guirnaldas de papel y luces gracias al esfuerzo de esta parte de la Hermandad.
Otro momento especial se vivió en el Barrio Alto, también engalanado para la ocasión. La Hermandad Servita de la Virgen de los Dolores abrió las puertas de la Iglesia de Santa Catalina y lanzó cohetes en honor al paso de la patrona, que fue colocada frente a la potada del templo del Barrio Alto. Quizás el momento más emotivo se vivió en la curva de la Calle Pilar con Cuesta Tamayo donde el Coro Ajoblanco rindió dos bonitas canciones rocieras a la Virgen. En sus letras reflejaban el fervor de Loja por su Caridad.
Pasadas las 00:30 horas el cortejo llegó a su recogimiento. Vítores de los presentes y el retumbar de cohetes despidieron un año más a la patrona.
Ya en el interior del templo el Hermano Mayor, Néstor Torres y el párroco, Juan Carlos Hidalgo, agradecían el acompañamiento de muchos lojeños.
