No fue un domingo cualquiera, como pretendía el gobierno local. A pesar de estar ya en septiembre Loja vivió una jornada dominical intensa con el objetivo de despedir sus principales fiestas. Los más pequeños fueron los protagonistas de la jornada y desde primeras horas tuvieron alternativas de ocio.
La calle Tamayo fue un año más el lugar elegido para instalar un deslizador gigante de agua. Éste hizo las delicias de decenas de niños y niñas que acudían acompañados de padres, tíos y abuelos. Con paciencia, tanto del adulto como del menor, se aguardó la larga cola para poder disfrutar de varios metros de desnivel. Ayudados por unos roscos los pequeños se lanzaban calle abajo sin miedo alguno, llegando al fin chocando sobre una acumulación de agua. La alegría en sus caras reflejaba que, a pesar de vislumbrarse el final de las vacaciones, no iban a dejar de disfrutar ni un instante.
Como novedad este año además del deslizador se instaló en una calle aledaña una colchoneta de agua para niños de menor edad. El objetivo era dar respuesta a muchos pequeños que por precaución o miedo de éstos no podían disfrutar de la actividad principal. Rodeado de padres pendientes de sus vástagos, esta colchoneta contó con gran aceptación. La actividad acuática comenzó a las 11 horas y finalizó pasadas las 13:30 horas.
Ya por la tarde, y una vez cayó el sol, se llevaron a cabo diferentes actividades infantiles en la caseta municipal del recinto municipal. Los monitores del Área de Juventud del Ayuntamiento de Loja prepararon diferentes talleres de manualidades y juegos. Tras ello, se llevó a cabo la tradicional quema del Roscuelo, símbolo de la feria infantil. El alcalde de Loja, Joaquín Camacho, acompañado de la concejala de Fiestas, Rocío Ortiz, y representantes de los usuarios de la Residencia Sierra de Loja, estos últimos encargados de realizar el Roscuelo en los últimos 7 años, anunciaron la quema del mismo. Antes, y como tradición reciente, se indultó una parte del mismo, siendo la fuente del Caminillo la salvada.
Tras la quema de tan querido símbolo el alcalde y la concejala de Fiestas hicieron un balance positivo de la feria. El primer edil destacó que ha sido una feria donde ha habido una gran programación y seguridad y reseñó que este es el camino a seguir, siempre con el objetivo de contar con un nuevo reciento ferial.
Satisfecha con su primera feria se mostró la edil Rocío Ortiz, quien se mostraba más tranquila tras el desarrollo de las actividades programadas. Ortiz agradeció el esfuerzo de todos a la hora de conseguir una feria sin incidentes.
Era el momento de despedir la actividad en el reciento ferial, no sin antes vivir el Día del Niño con precios populares en las atracciones. Algunas familias decidieron dar un último capricho a sus menores antes de la vuelta a la rutina del mes de septiembre.