La Hermandad de San Roque vivió el segundo año sin salida procesional del patrón del Barrio Alto. No hubo verbenas ni juegos de niños no comidas populares pero hubo la misma devoción hacia el Santo. Un momento de unión para recordar tiempos mejores pero sobre todo para desear que la pandemia pronto deje recuperar la tradición de estas fiestas que desde hace muchos años marcan el verano lojeño.
Los actos se redujeron a una Eucaristía marcada por los homenajes al párroco Manuel Molina que se traslada a partir de mediados de Septiembre a Albolote para seguir su labor sacerdotal. El propio sacerdote recordaba como su primera visita en Loja fue a la ermita que comanda el Barrio Alto. Con emoción recordó ese y otros momentos vividos. Molina deseo a los lojeños que sigan adelante con su parroquia ya que insiste en que ésta la hacen los propios vecinos.
Desde la Hermandad de San Roque y la Cofradía del Martes Santo quisieron reconocerle al párroco su apoyo en estos 19 años. Dos representantes de las directivas reconocieron la labor del sacerdote y su disposición a ayudar en todas las labores logradas por las dos Hermandades. Para que los tuviera en el recuerdo le regalaron una placa con los titulares de la Ermita de San Roque.
En la eucaristía se contó con el acompañamiento musical de los jóvenes feligreses de la parroquia. Entre ellos estaba Lourdes Martín quien interpretó unas sevillanas en honor a San Roque. Éstas fueron compuestas en su día por Rosa Espejo, una feligresa de Santa Catalina.
La Banda Flor Entre Espinas interpretó algunas marchas al final de la Misa. Fue un momento especial para esta agrupación después de muchos meses sin poder tener ningún acto. Los cohetes pusieron el broche final a este 16 de agosto de 2021.
