La delegada de Manos Unidas en Loja, María Pía Caro, viaja a primeros de octubre a la India para conocer “in situ” el desarrollo de los proyectos que se financian por esta ONG en parte de aquel país. Lo hace junto a las delegadas provinciales de Bilbao, Albacete y Tarragona y dos personas más de los servicios centrales de la organización.
Durante el desarrollo de esta visita de trabajo, según ha informado la responsable lojeña de Manos Unidas, se trasladarán a varias localidades del noreste de la India. En primer lugar, en la zona de Assan, tendrán ocasión de examinar algunos proyectos educativos que tienen que ver, fundamentalmente, con la recogida de niños de la calle. Posteriormente pasarán por la zona de Bengala, en donde se llevan a cabo iniciativas de promoción de la mujer. Este territorio es básicamente agrícola, con grandes plantaciones de te y arroz y en él se dan graves problemas para las mujeres a consecuencia del sistema de castas y la agravante del componente tribal de la zona.
Finalmente, el periplo les llevará hasta los suburbios de Calcuta. La que fuera gran ciudad portuaria de la India es en estos momentos uno de los principales macro núcleos urbanos que sufren mayor hacinamiento y pobreza de aquella nación. Se trata de la urbe del mundo donde existe mayor número de población sin hogar, que malvive en la calle y con la mayor tasa de leprosos del planeta. En esta ciudad conocerán los proyectos que impulsan la orden religiosa de Las Adoratrices y son, principalmente, de apoyo a las mujeres que se ven obligadas a ejercer la prostitución, en muchos casos infantil y ofrecerles un horizonte distinto. Así mismo se enfrentan a las mafias del tráfico de personas, sobre todo en la frontera con Bangladés. Una actividad que les granjea no pocos problemas a estas religiosas que ponen en riesgo su propia integridad física.
Tal como ha expuesto María Pía Caro al presentar este viaje al segundo país más poblado del mundo “no se trata, ni mucho menos, de un viaje turístico, sino todo lo contrario, una experiencia que, sin duda, cambiará mi vida y para la que me he tenido que preparar a conciencia”.
Del 2 al 12 de octubre, las seis personas que forman el equipo de Manos Unidas tendrán que enfrentarse a numerosas situaciones “muy dolorosas y complicadas, pero nos permitirá ver con nuestros ojos y comprobar en primera persona todo el trabajo que se hace en aquellas lejanas tierras, pudiendo transmitirles a quienes allí desarrollan nuestros proyectos que no están solos, que les apoyamos y a aquella población llevarles un mensaje de esperanza y de futuro” asegura Caro, al tiempo que esa misión también tiene una doble vertiente que consiste en traer hasta España “la certeza de que el dinero que recaudamos gracias a la solidaridad de nuestros conciudadanos se emplea correctamente y que se hace en causas de gran necesidad social y con un carácter eminentemente humanitario” concreta la delegada lojeña.
Cada año, Manos Unidas realiza dos viajes a diferentes zonas del planeta donde se sitúan iniciativas sociales impulsada por ellos. Desde Granada se invitó a María Pía Caro a formar parte de un grupo que se trasladaría a Guatemala, y ella, recordando a su madre “que tantas veces me había hablado de las carencias de la India” pidió que, si fuera posible, pudiera hacerlo a aquel país oriental. En principio parecía que no podría ser, pero cuando menos lo esperaba recibió una llamada desde la central de Manos Unidas en Madrid y le abrió esta posibilidad.
Relata que fue un momento de extrema emoción y que una vez consultada su familia, marido e hijos, comunicó su decisión afirmativa. Desde entonces ha tenido que realizar varios cursos de formación y preparación para hacer frente a las incidencias y circunstancias que habrá de vivir allí. No en vano se trata de un territorio en el que la población, y especialmente la infancia, está muy castigada por enfermedades como el sarampión, el tétanos o la anemia, además del VIH, hasta el punto de que existe una mortandad infantil del 63por mi, comenta visiblemente afectada María Pía Caro, quien añade que más de 122 millones de hogares no tienen letrinas, que el 20% de los niños no van a la escuela, que 12,6 millones de menores están obligados a realizar ocupaciones peligrosas, o que sea el país del mundo que registra el mayor número de niños trabajadores menores de 14 años. Ante la rotundidad de esas cifras, la delegada lojeña vislumbra un panorama ante el que hay que seguir luchando y trabajando para mejorarlo, y termina recogiendo una cita que dice: “En la India no es pobreza sólo lo que hay, es la pérdida de la dignidad”.