Reproducimos a continuación la entrevista que aparece en El Corto de Loja del mes de abril con la delegada de Manos Unidas, Mª Pía Caro Derqui.
María Pía Caro Derqui es, como es sabido, la delegada de Manos Unidas en Loja. Una labor que, como ella misma nos dice, “heredé de mi madre”, Concha Derqui, y a la que dedica todo su tiempo en pro de los más necesitados y, fundamentalmente, del Tercer Mundo. En una entrevista a El Corto de Loja, María Pía se abre a la sociedad lojeña y nos cuenta su experiencia y sus vivencias. También nos habla de sus inquietudes y de sus pasiones, entre las que destaca a su familia.
“Empiezo de joven, con 14 o 15 años, en los grupos cristianos. Mi madre siempre había estado muy implicada tanto en las parroquias como con los misioneros claretianos, así que yo he heredado tanto el espíritu misionero, como de servicio y entrega a los más necesitados”.
Y es que, como nos dice “desde muy pequeños mis padres nos enseñaron a mis hermanos y a mí que hay que estar atentos a las necesidades de los demás y recuerdo desde muy pequeña cómo mi madre me llevaba de la mano a callejuelas de Loja a ver a las señoras pobres y enfermas que no tenían ayuda o a visitar a personas mayores que estaban solas. Eso no se olvida y queda grabado toda la vida”, recuerda Mª Pía Caro, quien añade que “mi madre nos inculcó que hay gente que no tiene a nadie y tenemos que dedicarles un ratillo”.
Concha Derqui estuvo más de 20 años como delegada de Manos Unidas y, tras su muerte, Mª Pía continuó con esa labor. En ese sentido, recuerda que “por aquel entonces había muchos grupos cristianos, por eso el Día de Manos Unidas era una actividad específica para que estos grupos, de las tres parroquias y coordinados por los Padres Claretianos, se implicaran en actividades por el Tercer Mundo”.
Así que su madre y posteriormente también ella, se encargaban de llevar a los colegios el material de venta y a las parroquias todo lo necesario para la colecta, “aparte de inventarse durante todo el año cómo recaudar dinero, porque esto no era una labor de un solo día”, confiesa. Por eso, junto a su madre se implicó en todo lo que conllevaba esta ardua labor.
Hace 12 años que falleció su madre, por lo que a partir de ahí Mª Pía Caro continuó con esa labor, continuando con la delegación de Manos Unidas. “Yo asumo directamente que eso me toca a mí y no lo dudo un solo momento”, nos dice. Eso sí, todo ha cambiado mucho durante estos años: “Antes podíamos salir con las huchas 80 jóvenes perfectamente a pedir, mientras que hoy salen unos 20, quizás hay un poco de vergüenza por salir con una hucha y es posible que haya algo más de frialdad. También es cierto que hay muchas necesidades que antes no estaban y la gente tiene que diversificar su donación y por eso a lo mejor se pone algo menos en las huchas”.
De todas formas, como añade “hay que seguir saliendo, porque Manos Unidas tiene dos cosas: una es la sensibilización y otra la recaudación y tan importante es para mí una cosa como la otra. Por eso considero que es importante que la gente nos vea, que hay personas que estamos trabajando aquí por el Tercer Mundo, y que siga confiando en nosotros, porque podemos dar fe de que el dinero llega y los proyectos se cumplen al cien por cien”, asegura.
Mª Pía Caro también destaca cómo hay cada vez más personas que tienen la necesidad de implicarse en el voluntariado. “Son personas que tienen más o menos su vida establecida, tienen un trabajo, pero tienen la necesidad de hacer algo por los demás”, señala con satisfacción. “Seguro que todos tenemos esa necesidad en algún momento de ser útiles para los demás”.
Además, destaca cómo, al igual que ella ayudó a su madre, ahora sus hijos también colaboran. “Mis tres hijos son unos colaboradores natos, al igual que mi marido, todos vamos a una, por eso me siento identificada y me veo reflejada en mis hijos en esa parte misionera, porque a mí me pasó lo mismo”. También sus hermanos y sus cuñadas se implican habitualmente en todo ello.
En Manos Unidas hay un fin de semana central, que es el segundo de febrero, en el que se realizan la Cena del Hambre, la cuestación y la colecta en las parroquias. “Aparte de eso se proponen y surgen otras cosas, buscando actividades, ideas o iniciativas para seguir recaudando, como las mesas dulces solidarias que solemos hacer en todos los eventos durante todo el año”.
María Pía Caro, mejor que nadie, puede dar fe de que el dinero llega y los proyectos se cumplen. Y lo puede hacer por experiencia, puesto que hace unos meses acudió a La India, personalmente, a conocer el proyecto de 2015. “Se trataba de ayudar a formar a los trabajadores de un campo de te para que no fueran explotados por los dueños de esos campos, es decir, que sepan manejarse en lo que es un contrato, un sueldo, un horario de trabajo, ese tipo de formación”. En cuanto al proyecto de este año, Mª Pía señala que “es para un proyecto de maternidad, muy bonito, para ayudar a las madres antes del parto, durante el mismo y en el periodo de lactancia, desde el cuidado, el aseo, como llevar a cabo la lactancia y, en definitiva, todo lo que es el cuidado del niño”.
Este proyecto también será en la India, aunque como nos recuerda Mª Pía, “Manos Unidas trabaja en tres continentes: América, África y Asia. Nosotros hemos trabajado en muchos sitios, pero mi madre pedía mucho para la India y eso es algo que está ahí, por eso yo también tengo una sensibilidad especial hacia esta zona y suelo pedirlo también”, confiesa. “Yo pregunto en la delegación de Granada y pido, aunque esto normalmente no se hace, yo estoy enchufada”, nos dice entre risas. De hecho, pide para visitar la India, con la suerte de que la llaman para acudir allí.
Sobre la experiencia vivida personalmente dice que “ha sido muy positiva, es la primera vez que acudo a un proyecto y puedo decir que, independientemente de la pobreza o la tristeza que ves allí, estos viajes están hechos para que la gente se conciencie y motive desde sus delegaciones para que la gente trabaje y vea que es necesario y merece la pena trabajar. A mí no me tienen que motivar, porque ya lo estoy, pero sí es cierto que trabajas con otra sensación, porque aquí he visto las caras de las personas a las que va a beneficiar”.
Tras la visita estuvo en Madrid, en la Asamblea Nacional de Manos Unidas, exponiendo el viaje y todo lo vivido allí. De hecho, hay que decir que durante estos meses lleva más de 40 conferencias y testimonios de todo lo vivido allí en la India en colegios, parroquias, institutos y medios de comunicación. “He realizado un montaje de una hora durante la cual voy explicando el proyecto, donde mi misión ha sido ver y corroborar que los proyectos se han llevado a cabo, el uso que se estaba haciendo de ellos y que ese uso es el adecuado, porque Manos Unidas da un tiempo para un proyecto y si no se cumple ese dinero se le retira va a otro proyecto y esa es una de las cosas que más me gustan”.
Al margen de Manos Unidas, tampoco se puede olvidar su trabajo en Loja. Por ejemplo, hay que señalar su labor como catequista. “Lo vengo haciendo desde los 12 años en la Parroquia de San Gabriel y sigo con ello, con niños desde Comunión hasta grupos de jóvenes”. También colabora todos los jueves en el reparto de alimentos a las familias necesitadas de Loja.
Mª Pía Caro, que estudió tres años de Derecho y después empezó Graduado Social, terminando como técnico en Relaciones Laborales. Trabajó un tiempo con su padre en el despacho, pero como ella dice, “después me dediqué a ser madre, porque es una vocación que me gusta mucho y la disfruto mucho, aunque sea poco reconocida”.
De su infancia tiene muy buenos recuerdos. “Nací en la plaza abajo, en una casa en la que vivíamos cuatro familias juntas en casas que se comunicaban, así que coincidimos 18 primos hermanos y hemos estado siempre juntos tanto en la infancia como en la juventud”. Así que imagínense la cantidad de anécdotas y vivencias. “Recuerdo los Reyes Magos, que nos ponían a los 18 primos en fila para recoger los regalos”. Hoy en día siguen reuniéndose en verano o en la Navidad y siguen manteniendo mucha relación.
Desde luego, a Mª Pía Caro siempre le despertó inquietud la faceta solidaria. Ahí está también la conocida caseta ‘Humahuaca’. “Creo que estaba en 3º de BUP cuando empezamos con la primera caseta, que era de cañizo, con el padre Miguel Fariñas, misionero claretiano. Esto surgió como una actividad misionera en la Feria Grande y se hizo para la ONG de los misioneros claretianos, Proclade Bética. Además, en la Feria Chica hicimos muchos años caseta para Manos Unidas. En la caseta de Humahuaca había mucha gente implicada, grupos de jóvenes cristianos y gente joven que colaboraba también”.
Después les cedió la Asociación San Antonio María Claret su caseta, dándoles toda la infraestructura. Durante estos últimos años ya la caseta se ha trasladado al casco histórico, en la Feria de Día.
Hablando de Feria, Mª Pía Caro se considera “muy ferianta desde niña y después también de joven, de todos los días”. No hay que olvidar también su experiencia en el Coro Rociero ‘Ajoblanco’. “Fue otra etapa muy buena de juventud y tengo muy buenos recuerdos de los ensayos y de toda la gente”.
Otra de sus pasiones es la Semana Santa. “Soy hermana de la Virgen de las Angustias, de la Caridad y de la Virgen de los Dolores. Me gusta vivirla y sentirla, lo vivo con mucha pasión y sentimiento y participo de las hermandades”, nos cuenta.
Y ahí dejamos a Mª Pía Caro, como se puede comprobar una mujer llena de experiencias y con un profundo sentido de ayudar a los más necesitados.