Multitudinario Viernes Santo en Loja en el primero de los dos desfiles procesionales del día. A eso de las 10 horas, las hermandades de Santa Marcela, la de Jesús Nazareno y San Juan y la de Nuestra Señora de las Angustias y la Santa Vera Cruz comenzaron conjuntamente su desfile procesional desde la ermita de Jesús del emblemático Mesón de Arroyo. Cientos de lojeños se concentraban en el lugar para no perderse los primeros pasos del Viernes Santo lojeño. Casi en el inicio de la calle Real se podía disfrutar de una imagen única, la de varias ‘corrías’ de incensarios dando sus golpes a la vez a las veneradas imágenes.
Este año, y tras las distintas desavenencias entre las tres hermandades del Viernes Santo por la mañana, su consiliario, Juan Carlos Hidalgo, decidió que ninguna de ellas sacara a la calle sus estandartes. Las tres cofradías cumplieron la medida, al igual que también respetaron los horarios de salida, encuentro y encierro establecidos.
La Verónica -como se conoce popularmente a Santa Marcela en Loja- abría el desfile, este año estrenando la restauración a cargo de Israel Cornejo, imaginero de Vélez Málaga que ya intervino a la Virgen de la Soledad, el Cristo Yacente y el Cristo de la Salud. La Santa de Loja, que lucía su nuevo pañuelo, contaba esta vez con la posibilidad de tener brazos articulados, lo que le ha dado una mayor expresividad. También se han realizado mejoras en su trono.
Tras ella desfiló la imagen de San Juan. Seguía sus pasos el bello nazareno del Mesón de Arroyo, acompañado en su camino por la Banda de Música de Loja que interpretaba uno de los sonidos más característicos del Viernes Santo lojeño: el Miserere.
Tras él, la Santa Vera Cruz seguía sus pasos portada al hombro por jóvenes horquilleros al toque de una veintena de tambores. Y después, su Madre, la Virgen de las Angustias. La dolorosa de José Garnelo caminaba con los sones de la banda ‘Amigos de la Música’ de Huétor Tájar bajo su palio adornado con un bello exorno de flores blancas.
El cortejo avanzaba hasta llegar a uno de los puntos más destacados de su recorrido, el paso por la plaza de la Constitución y posteriormente Tribuna Oficial. En estos lugares se podía disfrutar de una bella estampa que conformaban las imágenes con la torre de la Iglesia Mayor al fondo, testigo de la tradición, la fe y la cultura popular lojeña un Viernes Santo más. Otro de los momentos álgidos fue el tradicional encuentro de las imágenes en la carrera de San Agustín. Tras este punto, los cinco tronos se disponían a bajar hasta las calles del barrio de El Puente.
La primera parte del Viernes Santo lojeño acabó con la popular ‘corriílla’. Otro año más miles de lojeños se agolpaban expectantes en el Mesón de Arroyo para ver subir corriendo a las cinco imágenes por la avenida de Jesús en busca de la pequeña ermita. Un momento de gran esfuerzo y pericia por parte de los horquilleros que el público supo reconocer con sus aplausos y vítores. A espo de las 20.30 horas concluía el primer desfile procesional de la jornada, después de más de diez horas desde su inicio.